jueves, 10 de septiembre de 2009

Diagnóstico, completamente irrelevante.

Crónica de una bolsa de plástico

Me llamo Bolsa. Mi vida es una mierda.
Nací en una fábrica de plásticos, el Tarragona, al lado del Vallés Oriental, i después de pasar allí mis primeros días, la etapa de producción, amamantación, proceso de aprendizaje y pruebas de defectos de serie, ya me hice mayor, y me hicieron un tatuaje.
No me preguntaron nunca si lo quería o no, pero yo me creía muy molona con ése dibujo, unos tribales rojos parecidos al símbolo del tanto por ciento, me daban un aspecto mucho más rebelde que el del resto de mis compañeras, cuyo aspecto tan blancuzco se me antojaba deprimente y muy poco original. Llegó el día de partir, y me marché con la intención de hacer vida por el mundo. Primero un enorme camión me llevó hasta el supermercado, mis días allí fueron maravillosos, hice muchísimos amigos, todos llevaban el mismo tatuaje y en seguida me sentí muy integrada.

Un día, una mujer me adoptó, creo que se enamoró a primera vista de mi porqué incluso le pagó seis céntimos al cajero y todo para obtener mi mano. No me importó que ella fuese humana, si nos amábamos eso era lo que contaba, además, soy una bolsa muy permisiva. Entendí que teníamos que compartir el trabajo si queríamos convivir en armonía, así que soporté el peso de cuatro latas de atún, dos de cerveza y un paquete de ajos.
Me despedí de mis queridas amigas con lágrimas en los ojos, y mi querida nueva compañera me llevo a dar un paseo y por el camino descubrí muchas cosas, vi la calle, más supermercados... Era fantástico. Hasta que de repente... Me dio un motivo para nuestra primera disputa de parejas... ¡ Me dejo en el suelo! ¿ Pero que no se había dado cuenta de lo gris, lo frío y asqueroso que era? Un perro... ¡ No!, ¡ Aléjate de mi!... No puedo entender cómo me tuvo allí casi cinco minutos, cómo sin darse cuenta, pero porqué era la primera vez se lo perdoné. Hay que ser tolerante con todo el mundo.
Nuestro paseo continuó, y volvimos a la tranquilidad, y a la buena vida. Salimos de ése mercado, sentí que me daba el sol mientras hacíamos ése agradable paseo cogidas de la mano. Mi amada iba mirando más tiendas, y de vez en cuando me daba alguna cosa u otra más para llevar, y yo la ayudaba alegre de que contase conmigo. Era bonito ver que ya había tanta confianza entre nosotras.

Entonces... Un golpe bajo... Una puñalada. La vi, delante de mis narices...¡ Cómo podía ser tan descarada! Me enojé muchísimo, me parecía increíble que quisiese estar con su amante, delante mío, ¿ A caso soy invisible? Otra bolsa, menuda vergüenza... Mi agradable paseo se había convertido en un infierno, me acabaría poniendo colorada sólo de pensar qué ella iba tan feliz por la calle con una pareja en cada mano... ¡ Furcia!
Al parecer, no me mandó a dormir al sofá, pero casi. Una vez llegamos a casa me vació y me guardó en un cajón, oscuro y lleno de trapos viejos con los que no me sentía nada bien. “ Ey,¿ tu qué eres? Ah, es otra bolsa.” ¿ Otra? Pero bueno... ¡Ésa mujer me había vuelto a ser infiel ! Increíble, pensaba pedir la separación, las circunstancias me habían llevado a ésa decisión, por drástica que pareciera. Al fin me sacó, habían pasado horas desde que estaba allí cerrada, pero yo seguía enfadada... Entonces me volvió a llenar de cosas... ¡Sucias ! Qué asco... “ Oye tu! Vamos a hablar muy seriamente, esto no puede seguir así! Me has sido infiel una vez tras otra y yo ya no aguanto más, tu casa es muy grande y me haces vivir en éste lugar tan oscuro, y además... Me has llenado de arena de gato??..Ajj.. Que está usada, por favor..!!! Me iré de casa, vale? Te queda claro?... Ah, muy bien, sácame tu... Me podría ir yo sola, me oyes!!! Y ahora, dónde me dejas...Eh! La calle está oscura, no ves qué es de noche?? Oye! Respeta mi dignidad, no me dejes aquí... No, no, en ésa caja no... Mierda... ¿ Dónde coño estoy?”

Ése lugar apestaba... Lleno de bolsas cómo yo, cada una de ellas con una historia más triste que la anterior. A una la habían llenado de vómito! A otra, primero la habían usado para llevar un montón de botellas de vino, y al romperse ella por no aguantar el peso, la habían reñido y castigado, y en lugar de llevarla al hospital la llevaron aquí.
Y allí me quedé, durante unas horas... Mis últimas horas de vida. Es increíble, que en cuanto nos recogieron los camioneros no paraba de oír cómo hablaban de algo sobre la “ Bolsa-caca” ¿Caca? Nos llamaban caca... Qué ofensivo, por Dios. Me dieron ganas de llorar. De haberlo sabido, nunca hubiera nacido, mi vida parecía ser muy prometedora, pero finalmente descubrí que no era nada única en éste mundo, nadie me quería aunque sólo me usaron por interés... Y luego me abandonaron, aunque yo aún era joven y fuerte ! Podríamos haber llegado mucho más lejos con mi querida compañera, y sin embargo, ésa furcia seguro que mañana mismo estará con otra cómo yo, y pasado con otra más, que se sentirán engañadas, únicas, usadas... Y tiradas.

Fin de la crónica.

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